La quietud y el silencio sanan y equilibran tu organismo. Te sumerges en el corazón de Dios y no cuestionas... nada más crees y el milagro sucede.
Conéctate aunque sea un instante. Siente, percibe lo que eres, en silencio y concentración absoluta. Respira conscientemente, inhala y exhala por la nariz, nútrete de ese aliento de vida. Eres espíritu puro viviendo una experiencia humana.
Aquiétate, inhala y exhala lento y profundamente por la nariz, accede a las profundidades de la mente quieta y verdadera de tu corazón, encuentra ahí el remanso de paz que te nutre y te revitaliza.
Tranquilízate aunque sea por instantes del bullicio y preocupaciones de tu cabeza, quédate en paz absoluta, respirando y sintiendo tu cuerpo, haciendo el anclaje a la vida. Agradece a Padre Dios la salud que te circula y percíbela.
Autora: Licda. Gisselle Lamicq Zamora, Directora Administrativa del Centro de Medicina Bioenergética ABBA.
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